Calderón: El perdón
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ColumnCalderón: El perdón
Por Alejandro Pastrana Valls
El jueves 23 de junio de 2011 se reunieron por más de tres horas familiares de algunas víctimas de la violencia –encabezados por Javier Sicilia- y el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, su esposa y miembros de su gabinete. El encuentro realizado en el Castillo de Chapultepec tuvo como objetivo labúsqueda de la conciliación entre el jefe del ejecutivo y los familiares de víctimas en el combate al crimen organizado. En síntesis Sicilia señaló: “Venimos a que reconozcan la deuda que tiene el Estado. Vean bien nuestros rostros, escuchen bien nuestras palabras… ¿les parecemos bajas colaterales?”.Calderón coincidió con los reclamos; pidió perdón por las víctimas muertas que no pudo defender el Estado, pero no por proceder contra los criminales.En síntesis, el presidente de la República pedía perdón por no proteger la vida de los ciudadanos, pero no por la lucha contra la delincuencia.
En general, las dos partes llegaron a conclusiones importantes. Los actores que representan dos partes fundamentales del país, cumplieron cabalmente con sus objetivos. Sin embargo, esto es tan superficial como la concepción del problema de la delincuencia y del crimen organizado.
Para hacer más sencillo e ilustrativo el problema, haré una analogía con una enfermedad que afecta a gran parte de la población mundial: la diabetes.Este padecimiento es un conjunto de enfermedades hereditarias, las cuales afectan diferentes órganos y tejidos, dura toda la vida y se caracteriza por un aumento de los niveles de azúcar en la sangre. Algunos de los síntomas más frecuentes son: pérdida de peso, fatiga, en mujeres -ausencia de menstruación-, impotencia en los hombres, dolor abdominal, debilidad, irritabilidad, heridas que cicatrizan lentamente, entre muchas otras más.
En este sentido, el dialogo entre Calderón y Sicilia está ubicada en la cura de cicatrices de una diabetes que está afectando gravemente al país. El combate a la delincuencia es una estrategia que solamente está encaminada a “curar” uno de los síntomas; sin embargo, no es el tratamiento idóneo para el padecimiento del país.
La “enfermedad” del país es la corrupción y las consecuencias que tiene sobre la vida nacional. Ésta impacta de manera negativa en todos los sectores (económico, político y social) al grado tal de descomponer el tejido social, incentivando a la sociedad a sumarse a actividades ilícitas.
La sociedad y los mexicanos estamos acostumbrados a buscar el camino más fácil y sencillo; sin embargo, estos “atajos” han traído un sinfín de problemas en la comunidad. El privilegiar lo fácil sobre lo correcto es sin duda un error del que todos formamos parte.
El perdón de uno no justifica la inoperancia del resto de los mexicanos. La sociedad tiene que hacer un análisis de conciencia y darnos cuenta que el “perdón” de Calderón debe estar acompañado de disculpas de todos aquellos que como mexicanos sentimos que podemos dar más por el país. La herencia histórica de esta enfermedad puede “curarse” si y sólo sí nos preocupamos buscando en nosotros mismos al ciudadano honesto que llevamos dentro. En este sentido, el gobierno debe diseñar y aplicar políticas públicas que estén encaminadas a reducir la corrupción.Facilitar los medios para construir una mayor participación ciudadana y que estos se involucren en observatorios para la evaluación de los tres órdenes de gobierno en el cumplimiento de sus objetivos y metas.
La corrupción somos todos: “La solución somos todos”, rezaba el ingenioso lema de campaña de José López Portillo. Con ello nos invitaba, como al inicio de todos los sexenios, a redoblar esfuerzos, “apretarnos el cinturón”, entregar nuevamente la confianza; a involucrarnos en un nuevo amanecer. (Periódico la Jornada del 19 de Septiembre de 2008, escrito por Jorge Camil).
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Last Update: Dec. 9, 2024, 11:21 p.m.