La evolución de las necesidades humanas ha dado lugar a la creación de nuevas industrias; por ejemplo, la hostelería y el ocio.
Éstos proporcionan bienes y servicios en áreas como el juego, el alojamiento, los eventos, las instalaciones y el equipamiento deportivo, los viajes, el turismo, los restaurantes, las salas de exposiciones, las franquicias, los inmuebles vacacionales y los activos de alojamiento, entre otros. En consecuencia, la construcción, administración y gestión de los mismos tienen un impacto económico que será vital para el desarrollo de las economías tras la recesión económica.
Estas industrias se refieren a los servicios y productos prestados por múltiples agentes económicos, sociales o gubernamentales. Tanto en el ámbito público como en el privado, la recesión económica, el estrés laboral y el desencanto social han hecho que estas industrias en desarrollo se incluyan en los proyectos de gobiernos, empresas y familias -a todos los niveles- y que, a su vez, la iniciativa privada las considere como sectores económicos atractivos para invertir.
El confinamiento global ha afectado drásticamente al comportamiento de los consumidores; algunos comportamientos se han acelerado; otros se han ralentizado o se han detenido. Pero lo más importante es que se han creado nuevos hábitos, necesidades, expectativas y búsqueda de experiencias. En este sentido, el gasto discrecional se ha desplazado y los patrones de consumo han cambiado.
Más del 60% de los hoteleros de Estados Unidos creen que el ocio será el segmento de viajes que contribuirá a la recuperación del sector, por lo que se espera un aumento continuado de estas partidas y un impacto positivo en el crecimiento de las economías locales. Es importante tener en cuenta que estos sectores incluyen activos tangibles (inmuebles y mobiliario) e intangibles (software y uso de blockchain), que pueden ser un buen refugio de inversión a medio y largo plazo.