Los votos
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Por Alejandro Pastrana Valls
Hoy lunes 2 de julio de 2012 me despierta con la satisfacción de haber participado de manera cívica en la antesala de la responsabilidad que tengo como ciudadano con los demás: participar con mi voto. Votar o sufragar es el principio y no fin de la obligación y deber de los ciudadanos en el fortalecimiento de la relación entre gobernados y gobernantes, representados y representantes, sociedad y gobierno.
El día de ayer se votaron todas las figuras que por medio de la representación directa o proporcional tienen la encomienda –obligada- de impulsar el crecimiento y el bienestar de las familias chiapanecas y mexicanas.
Durante el proceso de reflexión de mi voto analice con detalle uno de los dichos más populares en las sobremesas de los hogares en el país: ¡Ni de política, ni de religión! Sin embargo, ¿por qué no hablar de estos temas? Tanto la política como la religión son claves para la vida en armonía. La política busca mediante los representantes tomar decisiones colectivas que afectarán el desarrollo de los individuos; y por otro lado, la religión su justificación como tema propio de la individualidad e intimidad de cada ser humano para encontrar la paz y tranquilidad interior necesaria para el beneficio de la comunidad.
En esta lógica, las conversaciones entre los familiares, los amigos o los compañeros se reducen al ámbito de las cosas u objetos. En otras palabras, la mayoría de las personas “evitan hablar de si mismos, poco de los demás y mucho de las cosas”. Sin embargo, cuando se analiza un tema central y se consigue la profundidad necesaria -algo poco frecuente- el asunto adquiere una perspectiva política o de creencia personal o religiosa.
En esta oportunidad y aprovechando el contexto de festividad democrática y efervescencia de los temas electorales, es prudente señalar que en el fondo y en un sentido de reflexión hay un hilo conductor que lo político debe aprender de la religión (cualquiera que esta sea).
La democracia moderna no puede ser entendida sin elecciones, y el voto es el instrumento por el cual la sociedad elige a sus representantes, ya sea castigando o premiando a las opciones políticas. En tanto, en la religión, especialmente en la religión católica, el voto es un acto donde el creyente reconoce su respeto a Dios y ofrece su vida en señal de ese reconocimiento, una declaración de entrega a Dios. En este orden de ideas, el voto es visto como un instrumento de agradecimiento y una manifestación de sentimientos vinculados a la mejora de la persona en el ámbito terrenal y espiritual.
La esfera de lo político debe estar sustentada con los mismos principios que los votos en el terreno de la religión. La convicción política, el sufragio, no debe estar acotado en el tiempo, la participación (voto político) debe ser un acto de respeto permanente a las instituciones y a los ciudadanos. El voto político se debe respaldar en una declaración de entrega real a ser un ciudadano ejemplar; en donde, las modas político-electorales se rezaguen y el ciudadano esté ocupado y preocupado por los demás. Donde la empatía renazca como valor fundamental del elector y el ciudadano comprenda que los políticos van y vienen, son las instituciones y nuestra cooperación –respetuosa y armónica- con la sociedad lo que nos engrandecerá.
Queda mucho por hacer y el camino cada vez es más corto y menos rocoso.
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Last Update: Dec. 9, 2024, 11:21 p.m.