Primero de Julio
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ColumnPrimero de Julio
Por Alejandro Pastrana Valls
La democracia no puede ser entendida sin la existencia de elecciones y; por ende, no hay democracia sin instituciones de representatividad previamente establecidas. Los partidos políticos son instituciones que facilitan el desenvolvimiento de las democracias representativas, definiendo las opciones políticas del electorado.
Estos a partir de su orientación ideológica (izquierda, centro o derecha) establecen los contenidos de las campañas políticas. En esta lógica, los estatutos, los documentos básicos y los objetivos definen el rumbo de los temas de mayor importancia para el país.
Sin embargo, el declive en la credibilidad de los partidos políticos es el resultado de la poca capacidad que han tenido de acercarse a las necesidades y demandas de la sociedad. El debilitamiento del sistema de partidos y el hartazgo social son consecuencias de la desilusión política que experimentan y viven día con día los mexicanos.
La desilusión política es entendida como la imposibilidad que tuvo el gobierno del cambio, de realizar las verdaderas transformaciones sociales y las reformas políticas necesarias para fortalecer las instituciones democráticas del país. El cansancio político que se percibe en la mayor parte de la población se sustenta en la idea -falsa o cierta- que los partidos políticos, al final del camino, son lo mismo. En otras palabras, no cumplen las demandas sociales y, en contraste, ven únicamente por sus propios intereses, los cuales en la mayoría de los casos representan a las cúpulas económicas y sociales.
Las elecciones juegan un papel fundamental, ya que establecen premios y castigos al partido en el gobierno o al actor político. Esto implica la capacidad de sancionar a los funcionarios que incumplen con los proyectos y propuestas de campaña.
El próximo domingo, primero de julio, se llevarán a cabo elecciones presidenciales en un ambiente muy complejo. Ante ello surge la pregunta: ¿votar o no votar? Esta inquietud está relacionada con la percepción de la utilidad que tiene el voto y su trascendencia en la sociedad. En otras palabras, debemos valorar si éste tendrá un efecto real en la elección y si además tenemos beneficios al realizar esta acción cívica.
La concientización de nuestra obligación y derecho cívico, debe iniciar en la familia y en los grupos más cercanos. Es importante motivar a la reflexión sobre la situación actual y preguntarnos qué y cuánto hemos hecho. Sufragar no es el fin último del ciudadano, es el primer deber cívico que se tiene y este nos obliga a participar de manera activa en el rumbo de la vida política, económica y social de la comunidad. Sólo así se pueden exigir los cambios de fondo que impulsarán la reducción de los problemas que acontecen.
El factor clave para el cambio de rumbo del país es la ciudadanía. Una ciudadanía propositiva, comprometida, leal y motivada por cambiar. La cultura cívica es fundamental para el desarrollo de una ciudadanía más participativa. Respetar principios básicos como: equidad, libertad y justicia. Esta cultura debe enfocarse en impulsar la empatía y la integridad. Si todos tenemos estas dos simples características, el desarrollo de la comunidad será mucho más fácil. En este sentido, el entorno se enriquece y todo estará mejor.
Reflexiona, vota, participa. Si faltas tú, no estaremos completos.
Nos leemos en mi correo electrónico, alejandro@pastranavalls.com, y nos seguimos en twitter, @Alejandro_PV.
Last Update: Dec. 9, 2024, 11:21 p.m.